29.12.10

23 deseos 2011


Quiero…

Enamorarme de 3 nuevos músicos

Aprender a tocar el saxo

Huir de la pentatónica

Enterrar para siempre Perro Bulldog, mi hit adolescente

Ser un buen meditador

Aprender a componer

Ponerle letra a una canción ajena

Aprender a cocinar 3 platos elaborados

No pensar en volver

Traer a los que valgan la pena, a los imprescindibles

Leer mucho sobre budismo

Encontrar mis refugios ciudadanos

Hacer mi casa acogedora

Meterme en una zapada e improvisar

Creerme la del sahumerio

Ganar plata para no tener que limpiar

Encontrar a la gente indicada

Hacer acá lo que me gustaba allá

Buscar un poco menos y valorar un poco más

Ser un tío (uncle) copado

Ver más seguido a los buenos

Sacar con la guitarra una canción completa de oído

Que Spinetta me dé un beso en la frente


Inspirado en: Eterna Cadencia

14.12.10

La improvisación - Entrevista con Divino Reusch | Parte II

La divinidad de Reusch, el payaso lisérgico, no radica simplemente en su nombre de pila. Envalontonado por el cariz favorable que tomaba la entrevista (pueden ver la primera parte haciendo click en el anterior link) comenzó a imponer una condición: la de alternar reflexión con PNT. Machacó durante la hora y media que duró la charla con el nombre de la marca de jamones que lo auspicia. Sin ton ni son, sin ritmo ni swing, el tipo se empecinó en meter su chivo a destiempo. ¿Habrá logrado derribar murallas insondables? Continuemos con sus disquisiciones sobre la improvisación.


FRASE DESTACADA: ¿Podemos terminar la entrevista así vamos a un lugar más fresco?

¿Hasta qué punto el exceso en la preparación puede atentar contra una buena improvisación?
Depende de la forma en que te prepares.

¿Hay una forma de que, si uno se empieza a sobrecargar de…
¿Si hay una forma de prepararse mal? Sí.

¿Cuál es?
Empezar a planear lo que debe ser por encima de lo que es o de lo que va a ser. Lo único que no podés predecir es cómo va a ser. Si le ponés un deber ser, en el fondo es una forma de ser que estás esperando que sea. En una improvisación interactuada, sea con otro o con el público, siempre tenés que estar abierto a que no te agarre mal parado. Es como en el fútbol. Si desde que sacás del arco vas a estar pensando en ponerle al 9 un pase en cortada, posiblemente la jugada sea muy evidente. En cambio, si vas viendo si conviene dársela al 7 o al 9, y de repente metés el pase justo…

¿Creés importante evidenciar ante el público la vulnerabilidad de estar actuando sin guión?
No. Depende. Cada improvisador tiene un personaje montado que tiene que ver con su yo interior. Si ese yo interior está planteado como el de uno que nunca se equivoca, que es invulnerable, su actuación va a tratar sobre eso y estará bien que así sea. También puede ser que la persona haga cómplice al público de que tiene un mal día… Uno genera las situaciones y éstas demandan una forma de actuar que no es única pero que les queda natural. Si la situación se desenvuelve naturalmente, siempre va bien. Todo lo que no es artificioso va bien.

¿Cómo te das cuenta de eso?
Tenés que ver cómo lo sentís en el momento: qué miradas hay del otro lado, qué es lo que querés generar. Depende de muchos factores. La base de la improvisación es la inteligencia práctica.

Contame un poco cómo es eso
No se trata de la misma inteligencia que requiere escribir una buena obra, planear una buena clase o una buena entrevista laboral. La base de la inteligencia práctica es poder ser lo que uno quiere ser y, al mismo tiempo, lo que el otro quiere que seas, en el momento en que la situación lo demanda. Se trata de poder leer lo que la situación quiere o necesita. Y para eso hay que saber mirar los distintos factores que intervienen. Saber leer a través de los elementos que te arroja la realidad. Después podés o no ser un buen representador de lo que debe ser, podés, en una obra, quedar chico o quedar bien de movimiento. Cuanto más inteligente sos, más podés percibir la cara con la que te está mirando la persona del público.

Puede haber una tensión entre lo que querés desarrollar y lo que el otro espera de vos
No importa. Vos sos lo que sos. Salvo que seas un eunuco que quiere hacer lo que el otro espera. Vos sos lo que sos, pero el otro espera lo que sos vos.

¿Cuáles son las señales que, en medio de la improvisación, te dan la pauta de que lo estás haciendo bien?
La señal es la comodidad de la situación. Uno siente cuando se da con naturalidad. Pasa con otras cosas. Cuando una persona te está ocultando algo, la situación se empieza a hacer innatural. Y lo sabés por eso, no por otra cosa. Cuando te llevás mal con alguien, hables o estés en silencio vas a sentir una rispidez. Hay que hacerle caso a la sensibilidad de uno.

¿Creés que la sensibilidad, el sentido interno, a veces están un poco solapados por otro tipo de aprobaciones que uno busca?
No lo sé. Esa también es una forma de sensibilidad, son también formas de sentir. No es la que uno más le gusta, a uno le pueden parecer impropias, pero es una forma de sensibilidad. ¿Podemos terminar así vamos a un lugar más fresco?

Dame 5 minutos más.
Es que me encajaste una entrevista. Yo podría hacerla mucho más lúdicamente, pero tendría que tomar 3 birras más.

Reusch, a mí me interesa este estado. Después le sumamos el otro.
Estás haciendo lo que yo te dije que iba a hacer alguna vez: ir escribiendo narraciones de borracho, ¿te acordás?

No
En el fondo, todas tus grandes ideas tienen parte de las mías. Pero no son plagios, porque las hemos compartido cuando éramos chicos. Cuando uno es chico tiene grandes ideas, que no las hace porque le faltan cosas.

Ahora tal vez tenemos esas cosas pero nos falta tiempo para concretarlas. O huevos.
Creo que ahora es cuando hay que concretarlas. Ahora tenés todo. Si te faltan huevos es un problema tuyo, pero por lo menos que las concretes no depende de tu papá o de cualquier otra cosa.

Creo que voy a desgrabar la conversación y ponerla en el blog. La voy a titular “Conversaciones taciturnas”.
Poné “Conversaciones entre Adolfo y Adolfito”. O Reusch, la marca de guantes… ¿En serio la vas a poner en el blog? ¿Por qué no ponés algo más rico? Me dijiste que estabas haciendo un estudio sobre la emancipación del buitre.

Sobre la improvisación. Y quisiera volver a eso. ¿De qué pequeñas formaciones, ejercicios  o prácticas te nutrís para la actividad improvisativa?
Para empezar, yo todas las mañanas tomaba leche fortificada de La Vascongada.

Reusch, no quiero la respuesta Capusotto.
Me voy a levantar, Adolfo…

Tengo entendido que practicaste clown. Me gustaría preguntarte…

El entrevistado se escapa por los pasillos de la casa. Enfila enfurruñado hacia la pileta pelopincho del patio. El entrevistador lo escolta. La voz se pierde en un fade out.
“¿Ves?”, espeta Reusch, “en este momento no estás pudiendo improvisar la entrevista, porque me estás persiguiendo con un micrófono”.

Porque te estás rajando. Me gustaría que te des cuenta de que no te vas a convertir en Pappo por reaccionar como Pappo.
¿Querés que te lo diga con todas las letras?

Y profiere contundente y en mayúsculas el nombre de la marca de jamones que lo patrocina. SADIA.

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Espiado de celular en el colectivo 168 - 08:40am

No se si estaras despierta pero te escribo para decirte que te AMO CON LOCURA y que sos mi SEÑORA.
Hombre, 28-30 años.

Título para España: Espiado de móvil en el bus 168 - 08:40am

12.12.10

parece un film de carlitos chaplin

Publico este texto para no escribir el otro. Me prometí periodicidad. Los otros fragmentos esperan esparcidos en el documento de Word, párrafo tras párrafo, bodoques delgados e intercambiables.

No hay obstáculo más grande para avanzar que la resaca de un asado suculento. La sangre transita incómoda, la panza se desgrasa hacia los costados. La concentración pende de un hilo. Cualquier estímulo es bueno para desviar la mirada. En este estado perezoso hasta la final del campeonato local de fútbol cobra importancia.

Seguro que sale campeón Vélez.

Cuando tenía cuatro años tiraba vigas de hierro desde el balcón de mi casa. Me lo acaba de recordar mi vieja. Un día perforé el toldo de la farmacia de abajo. También tiraba almohadonazos a los pelados.

El otro día volvía del laburo en el colectivo y me quedé dormido de pie. El conductor agarró un pozo en Alvarez Thomas y se me doblaron las rodillas. Me pasaba lo mismo en las fiestas del Buenos Aires.

Encontré el diagnóstico del test vocacional donde descubrí mi daltonismo. Periodista, publicista, escenógrafo, economista. Música lo pusieron como hobby, qué bronca.

Se me ocurre una performance. Plantarme en bolas en la peatonal Florida tocando la guitarra, el saxofón y cantando un tema de Pappo. Una réplica en gigantografía del resultado del test. La gente se acerca con punzones y la va perforando. La estocada final la doy yo con un tridente. Se cierra el telón. "Sucio y desprolijo" suena de fondo.

En el Mundial de 1994 me compré un bandera argentina de las que llevan el sol en el medio. Guerrera. Perdimos en octavos. La bandera me acompañó también en las derrotas de 1998 y 2002. Le eché la culpa. Antes de que la selección de Bielsa empezará su travesía en Corea Japón la puse en la parrilla (a la bandera) y la prendí fuego. La mufa se intensificó. Nos fuimos a casa en la primera ronda.

Tengo que volver al Word.

10.12.10

La improvisación - Entrevista con Divino Reusch | Parte I


Divino Reusch es un títere encinto, un jinete intergaláctico de la improvisación. Cabalgó las técnicas del clown y el descaro, propuso su arte y fue abucheado y celebrado por el mismo público durante la misma función. Es de esos tipos que invitan al chori y al disparate. De lengua filosa y áspera como gato que no termina de acostumbrarse a mudanza, Divino habla con la cara y transmite con la barriga. Es un vino asentado de una época que está por llegar. Maestro de escuela, jardinero de casas, un curioso que entre rama y alumno va montando un escenario. Aquí, Divino, en su posada de Paternal, nos deja sus reflexiones sobre el arte improvisativo.


PRIMERA PARTE

El otro día estaba leyendo un libro de entrevistas a Al Pacino. El tipo, al que uno lo ve como alguien medio histriónico, pizpireta, pero no como un artista muy formado –aunque en las entrevistas se esforzaba por demostrar que podía decir algo reflexivo…
¿Vos decís formado de musculoso?

Sí, no me pareció un Ken… Volviendo al tema. Al decía que para improvisar uno tenía que tener un bagaje formativo importante. Esto, por lo que vos me comentabas hace un rato, es falso. Según tus palabras, la improvisación tendría más que ver con una actitud descarada o de valentía que de preparación. Me gustaría que me lo aclararas.
En la improvisación todos los caracteres sincrónicos tienen que ser ensayados o planeados. Pero todo lo que pase en escena tiene que improvisarse. Por eso se llama improvisación. Guinzburg decía: yo preparo todo el programa para que después, cuando se prenda la cámara, no recurrir a un guión. Él estudiaba la vida del personaje a entrevistar durante horas para que cuando se sentara frente a él pudiera improvisar mejores preguntas. No se puede improvisar desde la nada pero tampoco se puede planificar una improvisación.

En la entrevista lo ideal es saber lo máximo posible del entrevistado, pero al mismo tiempo mantener la frescura en la interacción.
Es lo mismo. Vos investigás al entrevistado para después sentarte y estar atento a lo que pueda pasar. Eso es la improvisación.

Llevamelo al plano actoral o clownesco
.
Tenés que tener toda la escena pensada, o los elementos dispuestos, para después poder improvisar y tener a mano lo que necesitás.


¿En el momento de la improvisación hasta qué punto estás dispuesto a romper la estructura que previamente planteaste?
Es que no hay una estructura que marque lo que debe ser. Hay una estructura de cosas en el aire volando, flotando; pero están flotando, están quietas. Es como un juego de aventura gráfica: mirás el presunto bolso del personaje y podés llegar a tener hasta 20 herramientas: un yunque, 200 metros de cable, cosas ilógicas. Del mismo modo, cuando improvisás tenés herramientas a mano. Y pasa lo mismo cuando preparás una clase. Yo las preparo un montón. Primero armo el tema, y me pregunto: ¿qué voy a dar? Esto. ¿Qué van a leer? Esto. Perfecto, ya está. Ese material yo ya lo leí en algún momento. Después armo el pizarrón, que es lo más importante en una clase: es todo lo que el pibe va a copiar en su carpeta y va a recordar como escrito. Una vez que hice todo eso, no me pregunto si voy a decir “hola, vamos a empezar con Platón” o si voy a hacer un rap de Platón. No me preocupa. Sé que Platón va a estar y que el pizarrón va a ser de determinada manera. A partir de eso yo voy a decir las cosas que diga.

Comentaste que en medio de la improvisación a uno se le van apareciendo en el aire recursos de los cuales valerse. ¿Qué es lo que te dicta qué agarrar, en qué basarte?

La intuición sobre la situación. Cada persona tiene su humor, y en un show aprovecha unos elementos y otros no. En la música pasa lo mismo. Tal vez el público piensa que el solo de un músico va a ir para un lado, y éste al final termina arrancando para el otro… Puede salir genial, bien o mal. Lo importante es saber que no hay una sola forma de que las cosas salgan bien.

ESPERE LA SEGUNDA ENTREGA. NO TIENE MUCHOS DESPERDICIOS.

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5.12.10

El día que iluminé a mi hermano

No creo que a nadie vaya a interesarle, pero hoy les quiero contar cómo nació la relación de mi hermano Martín con la lectura.

A principios de la década de 1990, tendría él 8 años y yo 6, lo estaba persiguiendo por el jardín de la casa. Me había hecho alguna maldad, seguramente puesto chinches adentro de la zapatilla o quitado el asiento del karting.

Carrera loca, él cagándose de risa, yo hinchado de bronca, los ojos acuosos de odio del Beto Alonso en las mesas de Niembro. Se metió en el baño del fondo, y cerró tras de sí la puerta de lata. Sujetó la manija hacia arriba con todas sus fuerzas. Yo martillaba el picaporte a puñetazos pero no lograba destrabar la cerradura. Entonces tomé una decisión que en su momento me pareció inteligente. Saqué la llave de la puerta del cuarto de herramientas, y la usé para cerrar la del baño. Funcionó. Martín quedó atrapado en un rinconcito de 3 metros por 2.

Cuando empezaba a arreciarle la fobia, me ordenó que le abriera, haciendo valer la autoridad que en esa etapa de la vida representa ser dos años y tres meses mayor que un hermano. La llave había quedado puesta. Cuando la quise girar para sacarlo me di cuenta de que sería imposible. Había resultado la idónea para encerrarlo pero no para dejarlo salir. El baño del fondo se convirtió por 5 horas en su jaula con inodoro y lavabo.

Era martes, mis viejos estaban trabajando, no sé quién había quedado a cargo de nosotros. Seguramente estábamos de vacaciones, porque no era un día de escuela. Llamaron a mi viejo, que llegó hecho un villano. Una puteada de Luis puede hacer que los All Blacks interrumpan su haka. Imagínense cuando largó la primera renegada; yo ya era un llanto desconsolado.

Cortafierros, llave inglesa, motoniveladora. A todo recurrió ese hombre mitad de traje mitad de campo que siempre fue mi viejo. Las rodillas al suelo dándose maña. Una imagen graciosa o tierna, en ese momento mi papá tenía una disputa personal con una puerta; mientras, mi vieja me consolaba. El tiempo pasaba y no había forma de hacer salir a mi hermano.

De pronto, algo mágico ocurrió en la cabeza de papá, yo lo vi, un destello creativo, un guiño de hombre a su infancia: se acordó de las historietas Patoruzito, que tanto habían alegrado su adolescencia. En ese momento tuvo la certeza de que serían el mejor antídoto para calmar a la criatura asustada en que se había convertido el pequeño Martín. Caminó las tres cuadras hasta el quiosco de revistas de Federico Lacroze y volvió con un pilón debajo de la axila. Patoruzú y Patoruzito, Isidoro Cañones, Lupín, un festival de viñetas y palabras. Se las pasó a su hijito por debajo de la puerta.

Como si en realidad le hubieran alcanzado el joystick de la family game, Martín hizo un silencio sagrado. No volvió a hablar hasta que a eso de las 8 de la noche mi papá logró destrabar la puerta. Si te tengo que contar lo que me parece, salir, a esa altura, le daba lo mismo: el Cabezón ya hacía un buen rato que estaba liberado.

Parecidos:

30.11.10

así alsur hayún lugar


La casa debería ser un lugar sagrado, la expresión religiosa de sus habitantes.

La casa es el principio de todo, cimientos de espiritualidad y entusiasmo. Punto de partida de un día que valga la penga. Refugio donde reponer energías a la vuelta. La casa es el espacio a cuidar y a tener en cuenta. La calle interna de todos nuestros quereres.



En la casa religiosa la comunicación es atmosférica, las cosas fluyen y se transmiten por gestos, la espontaneidad es un valor que se coloca en un altar. Esta casa no es de dios sino de todos los que en ella transitan. De día es movimiento y de noche circula quietud. No hay ofrendas ni oro ni bancos dados vuelta. Hay dos o tres hippies y una actitud genuina de sorpresa. También hay tele, como punto de reunión. Pero no aliena, tranquilos, es una más en la charla.

En la casa magnética las velas se encienden para celebrar. Pueden ser de las largas o de las chatitas redondas.

Cuando se corta la luz, todos se acuestan boca arriba en el suelo. Los adornos son de cera, vidrio y cartón pintado. La casa está llena de fotos, la pared es un álbum que se renueva a diario. Los marcos, cosidos a mano o a máquina

Las cartas que llegan a la casa encendida nunca contienen números, pastillas ni plata. Los bordes son flecos garabateados de risa. Toda una ilusión de regalería.

En esta casa ya no aparece nada fruncido. No hay monumentos y los carteles de bienvenida no están porque se sobreentienden. La escenografía se calló de promesas que sus habitantes no puedan cumplir. Hay, pues, lo que hay.


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26.11.10

se va formando la ronda



Me acuerdo de El Bolsón, Río Negro, verano de 2002. Estaba con unos amigos en un cámping cerca del lago. Se alojaban allí pibes y pibas de 18, 20, 24 años. Compartíamos una habitación muy grande. Las camas marineras eran de madera noble.

Afuera del cuarto se había armado un fogón. Cerca de diez personas tocaban y cantaban canciones de Vox Dei y Moris. Había una chica con la voz desgarrada de Janis Joplin.



Montañas lisérgicas, azules, flameadas y violetas conformaban el marco de esa ronda. En ese atardecer duende me curé el daltonismo.

Estoy convencido de que las mejores historias te pasan solo, sin testigos que te recuerden quién sos o, en verdad, cuál es el personaje que te toca jugar.

Cayó la noche y mis amigos se fueron a dormir. Unos pocos nos quedamos sentados en círculo. El vino pasaba y era todo lo agrio que queríamos que fuera. La Balsa, el Mendigo del Dock Sud, los lugares comúnes del rockandroll vernáculo empezaban a colmarme la paciencia. Una tarde psicodélica le había dado paso a una noche color mate.

Vivía épocas agresivas, quería pegar el grito y no sabía cómo hacerlo.

Como suele suceder, el Talacasto pone las cosas en su lugar, abre el hueco, te señala un camino de irrupción.

Rasgueos de cuerdas, susurros contenidos, nenes con barba y nenas con pelusa axilar, tipitos que jugaban a ser hippies.

Janis Joplin detectó el aire espeso y se fue a dormir. Cada vez éramos menos. La primera palabra la dijo un colorado. Una chica sensible se sentó junto a mí y no sé a cuento de qué me mostró su diario íntimo. Lo sentí como una pantomima, un gesto impostado. Mariconadas de gente que sufrió un poquito. “Son para fracasados”, le dije. “¿Qué cosa?”. “Los diarios íntimos”.

El colorado la defendió, la chica se metió para adentro.

Pasaron casi diez años y al recordar la anécdota me siento un imbécil. Hoy estoy seguro de que drenar las penas en dibujos, frases, parrafadas, es una terapia expansiva, un ejercicio de autoafirmación, una palanca de crique al autoestima.

El diario íntimo, señores, pueden ser escaleras al cielo. Dedicarse una hora al día, birome en mano, a garabatear sobre un papel, a crear fantasmas y después matarlos en un cuaderno Rivadavia, es construirse un lugar más habitable. Es hacer la de uno y cagarse en lo que los demás piensen. Ojalá así se lo haya planteado la chica sensible.

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22.11.10

golero


Ser arquero es estar dispuesto a ser fusilado por una pelota de cuero.

El enemigo acecha, y uno lo espera de frente, semiagachado, los ojos grandes de un nene curioso, la mirada seca del que fue decepcionado. El cuello también rígido y la boca sellada.

Una cara que, puesta a elegir, recibiría el impacto en la frente, tal vez en un ojo, incluso sacrificaría la nariz, pero, por el amor de dios, que pegue en cualquier parte y se vaya a la mierda.


Por estas cosas del oficio el arquero tiene algo de mártir. Los compañeros no esperan que la descuelgue de un ángulo sino que se tire de cabeza a trabar la pelota con el delantero. Es sólo en estos momentos cuando lo aplauden hasta los rivales.

El mano a mano, que es la instancia de máximo lucimiento del arquero, proviene de una traición de sus camaradas de equipo, quienes no han hecho lo suficiente para evitar dejarlo en esa posición de desventaja.

Es así que el patrón de la retaguardia tiene que dar la cara: un muñeco puesto a interrumpir el acto creativo ajeno. Su rol es el de atentar contra el deseo de concreción del rival, quien debe hacer rodar una esfera de gajos hasta las entrañas de un arco enorme, de 7,32 metros de ancho por 2,44 metros de alto.

El arquero espera que su defensor se equivoque para tener la oportunidad de salvarle el pellejo. Su oficio es tapar los baches, recibir una palmada en el hombro es el premio.

Ser arquero es sufrir y aprender a disimular el dolor, es generar admiración y compasión en dosis iguales. Es arrancarse la piel de las rodillas para después mostrarlas.

Tejer un reconocimiento pausado, extenso, sin idolatrías o grandes estruendos.

El arquero debe elegir si atajar entre los tres palos que conforman el arco, haciendo lo máximo en el terreno que por reglamento le fue asignado, o bien expandir su jurisdicción y anticipar los problemas fuera del área.

Como el Goyco, el arquero sabe que a las dificultades se las enfrenta con las dos piernas para adelante. Dar rodeos es una forma imposible de abordarlas.

De espaldas a la tribuna, para poder jugar tiene que aprender a hacer a un lado la opinión ajena, sin por eso dejar de actuar como los otros esperan.

Conocer las reglas.

Pegar el grito a tiempo.

Acomodar la barrera.

Ser arquero es leer como nadie el juego, pero practicar otro deporte.

9.11.10

formé parte de ti

Una biblioteca municipal en Irlanda, un viejito que no faltaba nunca, las lapiceras cortitas, de tres colores, llevaba unos papeles grandes, como de arroz, ahí escribía día tras día, tomaba apuntes, no sé en verdad qué es lo que hacía.

El tipo me gustaba. Probablemente era el único de la sala que no estudiaba idiomas, el único local. Estaba siempre calladito. Lo apreciaba. Me daban ganas de tomar su cara entre mis manos, alzarle la cabeza y decirle: "Muy bien, eso está muy bien".

Me erizaban, los charlatanes me erizaban. Lanzaba miradas de rayos, deseaba que se cayeran al salir por las escaleras. Después me enfocaba un poco, después me enredaba con algún cable o algún pensamiento. Es jodido estudiar en la bibliotecas, son lugares medio muertos para gente extraña que no se lleva bien consigo misma. No sé, digo. Es que volví a Argentina, donde todos analizamos de más.

5.11.10

decorar los cascotes, de paseo en palermo rúcula

En Palermo Soho impera el hippie que compra libros de arte a 150 pesos, elije una mesa en la vereda de un restaurante decorado con paja y vidrios deformes atendido por camareras con acento concheto, el que juega a estar en Milano desde la adoquinada acera porteña. Las manzanas de Buenos Aires tienen ese desfase.

También tenemos el defecto italiano de los tipos que sacan pecho, gafas negras y bien depilado. El hombre casual de negocios que habla en Blackberry y corre al distribuidor oficial de Apple detrás de un iPad. Porque a los de la manzanita no les cierra desembarcar en Argentina. Y todos los distribuidores se lamen oficiales. Con eso nos alcanza.

Están, además, los que se prometen leer un libro al mes. Esos lectores pragmáticos de redacciones o agencias, de PHs inventados -sin pasillo largo, nada de casa chorizo. Hay que leer a éste y al otro, al del libro en que tal película está basada. Ojealo a ése que tuvo una vida re difícil. Lo que escribe le sale de adentro, boludo.

Todo en este barrio que vecino son muecas de alegría de gente que quiere ser liviana y se acogota con jeans chupines. O se relajan con pantalones cagados. O les llega la data del tiro alto y a ahorcarse como hace mi viejo, no por snob sino por militancia antiestética. Es que además a mi papá le gusta estar bien ajustado.

No estoy criticando. Sólo tengo tiempo al pedo y pongo lo que vi en estos días.

1.11.10

abajo a la izquierda

Cuando tenés miedo a equivocarte empezás a hacer cálculos y a tratar de encorsetar la realidad en números. Agarrás un papel y escribís una listita. Después sumás y decidís. Buscás estar avalado, bien sea por los números, bien sea por los amigos, bien sea por la familia. Entonces, decía, hacés cuentas. No vaya a ser cosa de caer en el terreno de la desgracia, de la mala decisión, de la oportunidad perdida.

Ser conservador tiene poco que ver con apoyar un régimen militar o un modelo económico. Es un estilo de vida estreñido que se presenta socialmente como sensatez. Es vivir comprando al contado y con garantía. Lo primero, para no deberle nada a nadie. Lo segundo es por las dudas. Osho dijo que por culpa de la educación científica la gente ha perdido la confianza en el sentido interno. Hoy me meto adentro y consulto a mi intuición. Después dejo que me oriente. Para atajar penales en el fútbol siempre fue una buena consejera. Rara vez se equivocaba de punta.

30.10.10

flotá baldosa

En línea desde mi casa nueva, recién mudado, fregué escalón por escalón, el inodoro, pasé la aspiradora, me intoxiqué con la lavandina, las manos arrugadas y un poco violetas. Me queda arreglar el piso que se despega, pero ya hago pie acá. Esta noche es mi primera noche, los compacts apilados en dos filas en orden alfabético, los libros también y las revistas, por número. La tele prendida porque si no no tengo conexión, el iPod al equipo y de ahí al ambiente. Releo y me siento un snob. Después me veo las uñas de los pies y cambio de idea.

Sigo escribiendo para llenar el hueco y reflotar del descanso. El piso ya está seco, tengo que volver arriba, mover las cajas, darme un baño, encerar los huecos.

Meteré todo en un cajón y a la mierda.

27.10.10

jugo de tomate frío

Mi vieja entró al living, nos miró a papá y a mí, y soltó, como quien acerca la peor de las noticias: "Murió Néstor Kirchner". Te juro que dijo el nombre completo.

Me puse de pie, nos miramos todos a los ojos. Fuimos a la cocina y prendimos la tele. Imágenes de Kirchner, la locutora repitiendo la poca información con la que contaba.

Los otros dos grandes sucesos no personales que recuerdo son el atentado a las torres gemelas y la muerte de pappo. Tengo, además, recuerdos vagos de escuchar disparos en el alzamiento de la tablada, nebulosas de los atentados a la amia y a la embajada de israel.

No sé, es un día para poner algo.

26.10.10

todo apunta a que se trata de un nuevo caso de balconing

Hace diez días volví a Buenos Aires, después de dos años de excursión-residencia por el exterior. No fueron muchas las cosas que cambiaron por mis pagos. Lo primero que me llama la atención es lo gordo que está Charly García. Me acuerdo de haberlo visto en el año 97 en la disquería Musimundo del shopping Alto Palermo, enfrente de donde el rocker vivió durante tantos años. Estábamos con Mati husmeando CDs y el tipo se apareció ahí con su metro noventa y sus -pongamosle- 62 kilos de peso. Daba la impresión de haberse escapado de la morgue o de una clase de anatomía en la que oficiara de modelo. Ni rastros de ese Charly queda en la actualidad. Pensar, por otro lado, que fue el primero en saltar desde el balcón de la habitación de un hotel a la pileta, una práctica hoy extendida entre los turistas alemanes en las Islas Baleares y catalogada por los medios como balconing. No quería dejar de mencionarlo.


20.10.10

mar aquí mar allá

Volver a casa es mezclarse y dar, pistear y resistir. Caminar poseído esquivando todo lo que te cruza en el centro y microcentro. Volver es rápido, no se tarda nada, bajás del avión y te espera algo que es igual a lo de antes pero sutilmente transformado. El transformado, en verdad, puede que seas vos. Volver no es con la frente marchita, nunca, es algo que se hace de a golpe o de a poco, con más entusiasmo que miedo. Volver es explicarles a los otros que uno es el mismo pero que no se fue al pedo. Que allá fue distinto y quiere mantenerlo. Es explicar y chocar y evitar mirar por encima del hombro o por debajo. Es también tratar de encontrar acá los pequeños tesoros que tenías allá, como sea, volver es entender que la búsqueda no terminó sino que está más orientada, es saber que de acá en adelante tiene que ser cada vez más intensa, a paso doble o acelerada, o más bien lenta para tomarse tiempo e ir hacia donde indique el deseo. Volver, regresar, en días como éstos donde pasa tanto y rápido y todo y rápido es fabricar un lugar para que habite uno mismo, es teclear sin pensar y contradecirse sin pudor. Si tuviera la habilidad escribiría sin puntos, apenas las comas, porque así es cómo se siente. Y se expresa como se puede.

BRAND

17.10.10

de obsesiones

Hasta hace poco tiempo, una de mis obsesiones consistía en vigilar que nadie dijera nada discriminatorio. Así, me había convertido en un policía de la corrección política. Cualquier insinuación que denostara a otra persona o grupo por ser, por ejemplo, de piel más oscura, se ganaba mi condena enérgica, mi desprecio a viva voz o en silencio, lo que es mucho peor porque te hace tragar el veneno y ser inauténtico.

Suavizado, traicionando mis principios más rígidos, ahora dejé de ver racistas en todos lados: me los tomo con humor, me permito reírme del asunto. También entiendo que no es necesario ir por la vida haciéndose el bueno, es enfermizo. Siempre es mejor darle un descanso al comisario.


De un tiempo a esta parte, otra obsesión se abre paso en mí. Ahora pongo minuciosa atención en ver si el otro me escucha o si simplemente usa el diálogo conmigo como excusa para contar sus experiencias. Gente como mi amigo Chester lo sabe de sobras. Sabiéndome imbancable regula sus anécdotas, ejercita la atención sostenida, me explica por qué viene a cuento su historia. Se esfuerza porque no me deprima en el diálogo.

Hace poco descubrí que las mujeres tienen mayor tendencia a la escucha, o al menos, no tienen la necesidad de interrumpir con sus vivencias las narraciones del otro. También supe que las charlas donde más se indaga son aquellas que se tienen de costado, preferentemente mirando un río o caminando a la par en un parque. Así deberían ser las sesiones con los psicoanalistas.

la próxima vez que tenga un diálogo conmigo, relájese o tómeselo con humor, o pídale consejo a Chester, de paso, lea su blog

gracias por la foto

15.10.10

volutas

Si no hubiera aprendido nada, la banda de sonido sería un tango que silba volver con la frente marchita.

Acobardado buscaría refugio en el regazo de la vieja que siempre reclama el tanguero.


Pero la melodía, esta vez, es otra, y silba alternativas, diagrama la esperanza, intenta no repetir ni soplar.

Hago pie en este jet lag emocional. Volver a delgado siempre es un desafío: una oreja mojada, un mano a mano con el de antes, una broma de dudoso gusto.

Para ajustar la tuerca primero hay que desajustarla. Cuantas veces sea necesario.

Irse para volver estimulado.

Foto: A!