14.12.10

La improvisación - Entrevista con Divino Reusch | Parte II

La divinidad de Reusch, el payaso lisérgico, no radica simplemente en su nombre de pila. Envalontonado por el cariz favorable que tomaba la entrevista (pueden ver la primera parte haciendo click en el anterior link) comenzó a imponer una condición: la de alternar reflexión con PNT. Machacó durante la hora y media que duró la charla con el nombre de la marca de jamones que lo auspicia. Sin ton ni son, sin ritmo ni swing, el tipo se empecinó en meter su chivo a destiempo. ¿Habrá logrado derribar murallas insondables? Continuemos con sus disquisiciones sobre la improvisación.


FRASE DESTACADA: ¿Podemos terminar la entrevista así vamos a un lugar más fresco?

¿Hasta qué punto el exceso en la preparación puede atentar contra una buena improvisación?
Depende de la forma en que te prepares.

¿Hay una forma de que, si uno se empieza a sobrecargar de…
¿Si hay una forma de prepararse mal? Sí.

¿Cuál es?
Empezar a planear lo que debe ser por encima de lo que es o de lo que va a ser. Lo único que no podés predecir es cómo va a ser. Si le ponés un deber ser, en el fondo es una forma de ser que estás esperando que sea. En una improvisación interactuada, sea con otro o con el público, siempre tenés que estar abierto a que no te agarre mal parado. Es como en el fútbol. Si desde que sacás del arco vas a estar pensando en ponerle al 9 un pase en cortada, posiblemente la jugada sea muy evidente. En cambio, si vas viendo si conviene dársela al 7 o al 9, y de repente metés el pase justo…

¿Creés importante evidenciar ante el público la vulnerabilidad de estar actuando sin guión?
No. Depende. Cada improvisador tiene un personaje montado que tiene que ver con su yo interior. Si ese yo interior está planteado como el de uno que nunca se equivoca, que es invulnerable, su actuación va a tratar sobre eso y estará bien que así sea. También puede ser que la persona haga cómplice al público de que tiene un mal día… Uno genera las situaciones y éstas demandan una forma de actuar que no es única pero que les queda natural. Si la situación se desenvuelve naturalmente, siempre va bien. Todo lo que no es artificioso va bien.

¿Cómo te das cuenta de eso?
Tenés que ver cómo lo sentís en el momento: qué miradas hay del otro lado, qué es lo que querés generar. Depende de muchos factores. La base de la improvisación es la inteligencia práctica.

Contame un poco cómo es eso
No se trata de la misma inteligencia que requiere escribir una buena obra, planear una buena clase o una buena entrevista laboral. La base de la inteligencia práctica es poder ser lo que uno quiere ser y, al mismo tiempo, lo que el otro quiere que seas, en el momento en que la situación lo demanda. Se trata de poder leer lo que la situación quiere o necesita. Y para eso hay que saber mirar los distintos factores que intervienen. Saber leer a través de los elementos que te arroja la realidad. Después podés o no ser un buen representador de lo que debe ser, podés, en una obra, quedar chico o quedar bien de movimiento. Cuanto más inteligente sos, más podés percibir la cara con la que te está mirando la persona del público.

Puede haber una tensión entre lo que querés desarrollar y lo que el otro espera de vos
No importa. Vos sos lo que sos. Salvo que seas un eunuco que quiere hacer lo que el otro espera. Vos sos lo que sos, pero el otro espera lo que sos vos.

¿Cuáles son las señales que, en medio de la improvisación, te dan la pauta de que lo estás haciendo bien?
La señal es la comodidad de la situación. Uno siente cuando se da con naturalidad. Pasa con otras cosas. Cuando una persona te está ocultando algo, la situación se empieza a hacer innatural. Y lo sabés por eso, no por otra cosa. Cuando te llevás mal con alguien, hables o estés en silencio vas a sentir una rispidez. Hay que hacerle caso a la sensibilidad de uno.

¿Creés que la sensibilidad, el sentido interno, a veces están un poco solapados por otro tipo de aprobaciones que uno busca?
No lo sé. Esa también es una forma de sensibilidad, son también formas de sentir. No es la que uno más le gusta, a uno le pueden parecer impropias, pero es una forma de sensibilidad. ¿Podemos terminar así vamos a un lugar más fresco?

Dame 5 minutos más.
Es que me encajaste una entrevista. Yo podría hacerla mucho más lúdicamente, pero tendría que tomar 3 birras más.

Reusch, a mí me interesa este estado. Después le sumamos el otro.
Estás haciendo lo que yo te dije que iba a hacer alguna vez: ir escribiendo narraciones de borracho, ¿te acordás?

No
En el fondo, todas tus grandes ideas tienen parte de las mías. Pero no son plagios, porque las hemos compartido cuando éramos chicos. Cuando uno es chico tiene grandes ideas, que no las hace porque le faltan cosas.

Ahora tal vez tenemos esas cosas pero nos falta tiempo para concretarlas. O huevos.
Creo que ahora es cuando hay que concretarlas. Ahora tenés todo. Si te faltan huevos es un problema tuyo, pero por lo menos que las concretes no depende de tu papá o de cualquier otra cosa.

Creo que voy a desgrabar la conversación y ponerla en el blog. La voy a titular “Conversaciones taciturnas”.
Poné “Conversaciones entre Adolfo y Adolfito”. O Reusch, la marca de guantes… ¿En serio la vas a poner en el blog? ¿Por qué no ponés algo más rico? Me dijiste que estabas haciendo un estudio sobre la emancipación del buitre.

Sobre la improvisación. Y quisiera volver a eso. ¿De qué pequeñas formaciones, ejercicios  o prácticas te nutrís para la actividad improvisativa?
Para empezar, yo todas las mañanas tomaba leche fortificada de La Vascongada.

Reusch, no quiero la respuesta Capusotto.
Me voy a levantar, Adolfo…

Tengo entendido que practicaste clown. Me gustaría preguntarte…

El entrevistado se escapa por los pasillos de la casa. Enfila enfurruñado hacia la pileta pelopincho del patio. El entrevistador lo escolta. La voz se pierde en un fade out.
“¿Ves?”, espeta Reusch, “en este momento no estás pudiendo improvisar la entrevista, porque me estás persiguiendo con un micrófono”.

Porque te estás rajando. Me gustaría que te des cuenta de que no te vas a convertir en Pappo por reaccionar como Pappo.
¿Querés que te lo diga con todas las letras?

Y profiere contundente y en mayúsculas el nombre de la marca de jamones que lo patrocina. SADIA.

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