27.4.10

Dubliners #2

Será que últimamente estoy mucho afuera, porque hoy viví otra cosa extraña. Un tipo bajó de la vereda (acera) hacia la calle y se puso en cuatro patas, en forma perpendicular a los coches, como invitándolos a que le estallaran la cabeza. Como el tipo estiraba el cuello hacia el río, y se movía convulsionado, pensé que estaba cumpliendo una promesa, como aquellos que recorrieron el Cilindro de Avellaneda de rodillas cuando Racing salió campeón luego de 35 años.


Después pensé que estaba rezando. Pero pasaban los segundos (5, 10, 15), el semáforo estaba por ponerse en verde, y el tipo seguía en la misma posición. Cuando cambiaron las luces, un colectivo (autobús) arrancó en dirección hacia él y frenó 2 metros antes de hacerlo carne picada.

En ese instante todos dejamos de ser testigos y nos activamos en simultáneo. Dos se acercaron y lo levantaron de las axilas. Yo sólo me acerqué; no le dije nada.

De vuelta en la vereda, lo primero que hizo fue prenderse un pucho (cigarro). Lo segundo, pedirles guita a dos turistas.

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