9.11.10

formé parte de ti

Una biblioteca municipal en Irlanda, un viejito que no faltaba nunca, las lapiceras cortitas, de tres colores, llevaba unos papeles grandes, como de arroz, ahí escribía día tras día, tomaba apuntes, no sé en verdad qué es lo que hacía.

El tipo me gustaba. Probablemente era el único de la sala que no estudiaba idiomas, el único local. Estaba siempre calladito. Lo apreciaba. Me daban ganas de tomar su cara entre mis manos, alzarle la cabeza y decirle: "Muy bien, eso está muy bien".

Me erizaban, los charlatanes me erizaban. Lanzaba miradas de rayos, deseaba que se cayeran al salir por las escaleras. Después me enfocaba un poco, después me enredaba con algún cable o algún pensamiento. Es jodido estudiar en la bibliotecas, son lugares medio muertos para gente extraña que no se lleva bien consigo misma. No sé, digo. Es que volví a Argentina, donde todos analizamos de más.

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