14.9.10

aunque casi te confieso que también he sido un perro compañero

Después de tanta lección de historia del nazismo vuelvo a mi propio búnker, el personal, el único que realmente cuenta. Regreso a este día a día indefinido, al resguardo, a la espera. Retomo las recetas personales: lasagna precocinada al horno, 55 minutos. Repaso los fideos con tomates en lata. Vuelvo a mi Grooveshark nostálgico. Pienso un poco cómo sería allá, tal vez en 10 días. Me despabilo, sé que no habrá un allá tan pronto, tal vez sí dentro de poco, pero no como para exagerar.

No hay veneno más amargo que el de maldormir una hora la siesta, levantarse es crueldad en estado puro, malhumor, ya lo sabía, una mirada cínica y sin esperanza. Todo al revés. Es mejor salir a respirar. Y el invierno está bajando su pátina de metal.

Irlanda, empezaste a ser mi casa en esta ausencia de quince días.

Y ahora hacés más frío que un julio en Mar del Plata,

Sin los lobos marinos y sin borracheras impostadas,

deliradas y baratas. Sin los cabarulos tristes y la peatonal del centro.

Sin el piso 14 y el cartel de Celusal.

La misma mueca

un casino tristón y con pitucones en los codos del saco

El número 23 de Jordan estallando en pleno, la casa paga y nos vamos a constitución

sin control de alcoholemia y rezándole al amor

La vuelta es siempre gonfia, cuidado la cabeza, beto

ya se hizo tarde y mañana es un día de puerto

hay que pegar la vuelta

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